Los planes de conservación estratégicos son la mejor medicina para
salvar los arrecifes “enfermos” por los impactos causados por el hombre.
Científicos y conservacionistas han abierto una ventana de esperanza
para salvar los ecosistemas más frágiles y, al mismo tiempo, más vitales
para el ser humano, los arrecifes de coral, demostrando que los planes de conservación estratégicos logran salvarles de las amenazas que les acechan.
Así lo ponen de manifiesto varios proyectos de restauración de arrecifes presentados en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, que se celebra en Hawai.
“Los
arrecifes coralinos forman barrera frente a la costa de las zonas
tropicales protegiéndolas del impacto de tormentas y otros fenómenos
extremos; albergan la “despensa” de pescado del planeta; limpian el agua
del océano y constituyen una fuente importante de ingresos turísticos”, explicó a Efe el investigador cubano Reinaldo Estrada.
Las estimaciones de la ONG The Nature Conservancy apuntan a que los servicios que aportan los arrecifes de coral proporcionan beneficios económicos de 365.000 millones de dólares al año.
A
pesar de ello, los “bosques de los mares” -como los denominan muchos
expertos- están considerados los ecosistemas más deteriorados del
planeta por su alta sensibilidad a alteraciones como el aumento de la
temperatura causado por el cambio climático, o la acidificación del océano (debido a que cada vez tiene que absorber más CO2 emitido por el hombre).
Esos
factores, junto con otros como la contaminación que viene de tierra, la
proliferación de especies invasoras o la sobreexplotación pesquera (en
algunos casos con técnicas tan nocivas como el uso de explosivos), han
acabado con el 27 % de la superficie de arrecifes de coral del planeta, y, si no se toman medidas, el porcentaje alcanzará el 60 % en 30 años, según WWF.
Esas
amenazas “hacen enfermar el coral” -un organismo fascinante mezcla de
animal y planta- “que manifiesta sus dolencias mediante un
blanqueamiento de sus ramas, que de no detenerse a tiempo, le causa la
muerte”, detalló a Efe Rold Salm, científico experto en estos ecosistemas.
El peor episodio de blanqueamiento conocido se produjo en el mes de septiembre de 1998, cuando el aumento de la temperatura del océano
acabó con el 16 % de los arrecifes del mundo; seguido muy de cerca por
el mismo mes de los dos últimos veranos (2014 y 2015) dónde “solo la
conservación para la resiliencia ha evitado porcentajes de mortalidad
tan catastróficos”, subrayó Salm.
¿Cómo se restaura un arrecife?
Un
ejemplo de que los planes de preservación constituyen la mejor medicina
para “curar” un arrecife y proteger su “sistema inmunológico” frente a
las amenazas es el de la bahía de Kanehone, al noreste de Honolulu
(Hawai), sobre la que caen las faldas de las imponentes montañas
volcánicas que hizo famosas la película Parque Jurásico.
Hank
Lynch, uno de los ecólogos que trabaja en la zona relata a Efe que las
lluvias, cada vez más torrenciales, arrastran todo al mar y llenan de
sedimentos la bahía lo que, junto a la subida de temperatura del agua,
ha dado lugar a la expansión de un alga invasora que estaba acabando
con el arrecife, y afectando a las especies que viven de él (tortugas marinas, mantas gigantes, tiburones martillo o delfines).
Con el fin de salvar esta joya de la biodiversidad,
The Nature Conservancy inició un innovador plan de recuperación en
2012, para el que un equipo de biólogos marinos se sumerge varias veces
por semana para arrancar del arrecife las algas invasoras y
recolectarlas en un aspirador gigante sumergible que las acumula para
luego depositarlas en tierra.
Esta técnica permite arrancar el 90 %
de las algas nocivas (los biólogos han recogido 230 toneladas desde que
empezaron el proyecto en 2012).
Para acabar con el 10 % restante,
los científicos crían en sus laboratorios un erizo depredador de ese
tipo de alga con el fin de plantarlo luego en el arrecife y que se coma
la parte restante.
El material fotográfico fruto del seguimiento
científico del arrecife durante los últimos cuatro años “demuestra que
su salud ha mejorado, y que la conservación lo ha hecho tan fuerte que
en gran parte es capaz de reponerse de los episodios de blanquemiento
ocurridos en los dos últimos veranos”, asegura Lynch.
Algo similar
ocurre en el arrecife de coral del Parque Nacional de la Ciénaga de
Zapata, en Cuba, donde la protección de la zona, junto con controles
estrictos de las actividades agrícolas y la prohibición de la pesca han
dado lugar a una preservación de la biodiversidad tan extraordinaria que los locales se refieren a este lugar como “El Nirvana”.
Fuente: Ecoportal.net; EFE; http://www.efeverde.com/
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