Este es el lema de la nueva campaña de Greenpeace,
que intenta acercar el grave problema del deshielo en el Ártico a
nuestra vida cotidiana. Para ello, emplea un símil de fácil comprensión,
que nos afecta a diario, como puede ser los avisos de nuestro
frigorífico cuando nos lo dejamos abierto. Una idea sencilla e ingeniosa
que intenta concienciar a la población de las graves consecuencias del deshielo en el Polo Norte.
Con esta campaña, la asociación ecologista pretende involucrar a los
ciudadanos para que actúen en un momento crítico, en el que se puede
asegurar, por primera vez, la protección de una parte fundamental del Ártico.
La iniciativa ha sido desarrollada por la agencia de publicidad Kitchen y cuenta con la colaboración del grupo de comunicación Atresmedia. Iñaki Bendito, director creativo ejecutivo de Kitchen, ha explicado que el mensaje de este año es “más directo”, ya que la estrategia, que continúa la campaña de 2013 “Salvar el Ártico es salvar mucho más”,
necesita un nuevo empujón. El objetivo de este nuevo enfoque es que el
problema del Ártico cree conciencia en todos los hogares.
La intención de Greenpeace es que, a través del Convenio Ospar (adoptado para la protección del medio ambiente marino del Atlántico del Nordeste), se pueda crear un Área Marina Protegida que pueda asegurar la conservación legal de un 10% del santuario ártico. Esta zona estaría ubicada en aguas internacionales y dependería de las Naciones Unidas.
La necesidad de proteger el Ártico
se puede argumentar por dos vías: natural y antrópica. El valor natural
de la región más septentrional del planeta es incuestionable. Osos polares, morsas o narvales
tienen allí su hogar y una modificación tan importante como la que se
está produciendo en las últimas décadas con el deshielo, puede cambiar
por completo el ecosistema y hacer que desaparezcan estos majestuosos
seres.
En segundo lugar, la pérdida de la capa helada del Ártico también
tiene consecuencias sobre nosotros y nuestra forma de vida. La pérdida
del hielo tan solo en la época estival, haría perder la capacidad del
Polo Norte de reflejar la radiación solar y, de esta forma, se
producirían cambios drásticos en los patrones climáticos globales. Esto aceleraría, entre otras dramáticas consecuencias, el calentamiento global. Otro efecto directo que podría ser devastador para nuestra sociedad es el aumento del nivel del mar, que perjudicaría a todas las poblaciones costeras del mundo.
El reconocimiento de una parte del Ártico como espacio protegido, por
parte de la comunidad internacional, sería un importante paso de cara a
evitar las consecuencias fatales que tendría no hacer nada, y permitir
que los efectos de la contaminación humana alteren seriamente la vida del planeta.
Imágenes: NASA Goddard Photo and Video y Greenpeace.
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