Educar a los niños en el respeto al entorno puede tener consecuencias
revolucionarias en las generaciones venideras. No solo porque solo
tenemos un planeta, sino simplemente porque una educación respetuosa con
el medio ambiente es indispensable para su desarrollo como personas.
Se habla mucho de la ecología pero poco de la inteligencia ecológica
que se necesita para buscar modelos económicos y sociales alternativos
que nos ayuden a salvar el planeta. Y es que desarrollar la inteligencia
para abordar los desafíos que plantean los problemas ambientales exige
un estilo de vida que solo puede conseguirse con otra mentalidad. Otra
educación, si se quiere. Al fin y al cabo lo mismo.
En este post repasamos siete claves para educar en verde a niños y no
tan niños. Porque nunca es tarde para aprender, sobre todo si está en
juego algo tan importante como el futuro del planeta y la educación de
esas personitas, hacia las que tenemos la misma responsabilidad que
luego ellas tendrán con sus hijos.
Por un mundo más respetuoso y feliz
Estos diez consejos para educar en verde buscan crear un mundo más
respetuoso y feliz, tanto a nivel ambiental como de sus moradores. O,
puestos en plan apocalíptico, -desgraciadamente, más realista de lo que
quisiéramos-, son un buen punto de partida para que trabajemos por la
conservación del planeta sumando los esfuerzos de cada uno, desde la
misma infancia.
1. Predicar con el ejemplo
Los niños son grandes observadores y lo de imitar se les da
francamente bien. De hecho, teniendo en cuenta que la educación familiar
es la primera y más directa que recibe el niño o niña, el
comportamiento de los padres es fundamental. Actuar de forma eco
responsable y explicarles por qué es importante hacerlo es un primer
paso decisivo.
2. Sus esfuerzos cuentan
No solo se trata de aleccionarles y de darles ejemplo o de buscar que
tengan eco gestos aislados. Más allá de la anécdota, los niños deben
comprender que ellos un comportamiento constante respetuoso con el medio
ambiente es importante.
Es importante hacerles comprender claramente que sus gestos cuentan. No
se trata de aprender, de saber, sino de demostrar en el día a día.
Siempre según sus posibilidades, y buscando una satisfacción asociada a
ello.
No se trata de ofrecerles recompensas por ello, pero sí de poder
tener algún capricho gracias a sus buenas prácticas, de forma inesperada
para huir del condicionamiento. Su contribución puede ser desde apagar
las luces y los aparatos cuando no se usan o ahorrar agua hasta,
pongamos por caso, no caer en el consumismo.
3. Ecología dentro y fuera de casa
Si en casa, en el cole o en la ciudad pueden aprender a tener
comportamientos verdes, será en contacto con la naturaleza como mejor
completarán su educación eco amigable. De nuevo, lo importante es sentir
que las cosas tienen un sentido.
Sentir la naturaleza, conocerla en libertad sin olvidar la seguridad, y
de forma respetuosa con el entorno es una gran enseñanza en sí misma. La
experiencia es básica para ser más creativos, ganar en autoconfianza,
sociabilidad, inteligencia emocional y a algo tan increbíble como
aprender a soñar despiertos. Del mismo modo que cuerpo y mente se
desarrollan mejor en contacto con la naturaleza, con juegos y
acatividades espontáneos, esta misma conexión es básica para desarrollar
la sensibilidad necesaria para su protección desde ya y de cara al
futuro.
4. Nuevas tecnologías
No cabe duda de que las nuevas tecnologías son una constante en la
vida de peques y adultos. De un modo u otro está ahí para ayudar al
aprendizaje, en el ocio o, en el caso de los adultos, también en el
trabajo.
Sus ventajas son indiscutibles, pero no deben impedir que la
naturaleza tenga su protagonismo. No solo buscando una empatía con el
entorno, sino también para potenciar esos aspectos esenciales
relacionados con el desarrollo de su personalidad que la tecnología no
proporciona. Hablamos de la capacidad de interactuar, de empatizar y, en
suma, de ir más allá del microchip para crecer como seres humanos.
5. Jugar a reciclar
Los comportamientos ecológicos no siempre significan sacrificio. Es
más, bien orientada una educación en favor del medio ambiente debe
enfocarse al cambio de costumbres para lograr una rutina verde de forma
natural.
Sacar partido del potencial del reciclaje creativo para hacer
manualidades o juguetes es un gran oportunidad para que encuentren
interesante hacerlo. Se divertirán, será un ocio asequible y fomentará
su imaginación… ¡no se puede pedir más!
6. Bonitos documentales
A la hora de buscar una programación entretenida para los peques
podemos encontrar alternativas interesantes que no se limiten a las
series, películas de dibujos animados o programas infantiles.
Influir en ellos a través de documentales hermosos sobre la naturaleza
es una manera sencilla de acercarles a ella y fomentar su respeto.
Además, sus salidas a espacios naturales serán mucho más enriquecedores.
7. Nunca culpabilizarlos
Educar sin culpabilizar es una norma general que, en el caso de la
ecología adquiere una gran importancia. Si bien es cierto que los peques
necesitan autoridad, unos límites que les ayuden a respetar una serie
de reglas, éstas deben ser claras y justas.
Solo así entenderán el por qué de las cosas y de los castigos o llamadas
de atención. Por lo tanto, el desconocimiento propio de su
inexperiencia debe ser corregido con cariño y explicaciones. No con
castigos, de tal modo que consigan mejorar y tengan sentimientos
positivos tanto hacia mamá y papá como hacia la madre naturaleza.
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