Contaminación lumínica del cielo:
Un futuro sin estrellas
La iluminación nocturna en exceso, mejor conocida como contaminación
lumínica, se ha convertido en parte cotidiana de la vida de los
citadinos, inclusive en una ciudad como Cuernavaca. Las lámparas de la
calle, los anuncios publicitarios, los faros fluorescentes de
automóviles, estacionamientos y negocios y casas contribuyen a este
fenómeno. Convertimos la noche en día y, de paso, creamos contaminación
lumínica que bloquea el cielo estrellado nocturno.
De las contaminaciones producidas por el ser humano, tales como la del
aire, del agua, del suelo y la producción de basura, la contaminación
lumínica es la más fácil de combatir y eliminar.
La iluminación eléctrica ha estado con nosotros desde 1880, cuando
Edison inventó el foco incandescente. Sin embargo, ha sido difícil para
la gente entender los beneficios de dirigir la iluminación sólo a los
lugares requeridos y así evitar gastos excesivos de corriente eléctrica.
Con el uso frecuente de lámparas de vapor de mercurio y sodio, aunado a
la falacia de que los fabricantes le han agregado la “etiqueta” de que
mayor iluminación produce mayor seguridad, ha hecho que este fenómeno se
arraigue en la mente del citadino. Se cree que una calle o casa bien
iluminada da más seguridad. Sin embargo, es cuando nadie pone atención
al ladrón, pues no se está en constante vigilancia. Un sistema en donde
se encienda la iluminación por movimiento es más seguro, pues el ladrón
es detectado en su momento. Así, no es la iluminación, si no cómo se
use.
Otra de las consecuencias de la contaminación lumínica
es su efecto en el ecosistema. Parvadas de pájaros que emigran sufren
desviaciones de sus rutas y/o bloqueos de ellas al encontrar patrones
nocturnos que los confunden, como el brillo de una ciudad. A su vez, los
animales cambian sus hábitos nocturnos cuando su entorno es afectado
por contaminación lumínica.
Reducir la iluminación producida por las lámparas de tu casa es una
cortesía de sentido común hacia tus vecinos, los cuales, como tú, tienen
el derecho a un cielo estrellado y obscuro. De paso, esto te ayudará a
reducir tu recibo de “luz” (electricidad). Te preguntarás ¿cómo?:
asegurándote que tus lámparas produzcan sólo la “potencia” requerida
para iluminar tu patio o calle y dirigir ésta únicamente hacia abajo, de
tal forma que no desperdicies energía
luminosa hacia lugares que no la requieren. También ahorrarás
reemplazando tus focos de filamento por focos “ecológicos” ahorradores.
Para entender mejor el ahorro, consideremos el siguiente ejemplo:
comparemos una lámpara de seguridad de 200 watts que está encendida
continuamente durante toda la noche, con otra que sólo se enciende por
un sensor de movimiento. Cuando está encendida toda la noche (12 horas),
por los 365 días de año, estará prendida 4280 horas durante un año y
usará 820 kilowatts-hora de electricidad. Con un costo de $1.00 peso por
kilowatt-hora, por ejemplo, gastaremos $820 pesos en ese año por su
uso. Sin embargo, si la misma lámpara está bien ubicada y activándose
con un sensor de movimiento unas pocas veces por noche, digamos con un
tiempo total de media hora por noche (asumimos que se encendió seis
veces por cinco minutos activada por algún gato o perro), gastará cerca
de 36 kilowatts-hora al año y solo pagaremos cerca de $36 pesos anuales
por esa lámpara. ¡Este ahorro nos recobrará el gasto del sensor de
movimiento (cerca de $300 pesos) y todavía nos ahorraremos cerca de $500
pesos anuales! Si esto lo multiplicamos por todas las lámparas que
usemos en casa, ¡el ahorro será mayor!
Una buena iluminación mejora la visibilidad y seguridad mientras
minimiza el uso de energía, costos de operación y el brillo deslumbrante
y desagradable.
Todas las razones anteriores son suficientes para preocuparnos por este
problema. Ciudades como Tucson, Arizona o Ensenada, Baja California, son
ciudades que han tomado ordenanzas para ahorrar en consumo de energía y mantener un cielo estrellado.
¿Cómo cambio a una buena iluminación?
1. Use sólo la luz necesaria.
2. Dirija la luz hacia “abajo” a la zona requerida.
3. Use lámparas “ecológicas” y colocadas en lugares estratégicos bien ubicados.
4. Active sus lámparas mediante sensores de movimiento o controladores de tiempo.
5. Reemplace lámparas viejas y malas por nuevas y buenas.
Ahorrará energía y dinero, será un buen vecino y ayudará a conservar el
cielo estrellado a sus hijos, nietos y futuras generaciones.
Fuente:
Diario Morelos
http://www.diariodemorelos.com/
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