El planeta podría
evitar los costos financieros y ambientales del agotamiento de recursos
y ahorrar grandes sumas de dinero a través de un aumento de la
eficiencia - Un nuevo informe de la ONU nos muestra cómo
Ciudades y municipios pioneros en innovación y adaptabilidad
Milán, 4 de junio de 2015 - Los
costos financieros y ambientales por el agotamiento de los recursos
están empezando a afectar al crecimiento económico en todo el mundo.
Por ello, los países necesitan encontrar estrategias para manejar unos
recursos finitos satisfaciendo al tiempo las necesidades de una
población mundial en crecimiento y cada vez más urbana. Si desde las
políticas públicas se incorporan unos patrones de consumo y producción
sostenibles en la planificación y la implementación nacional del
desarrollo, será más fácil y más barato producir bienes y servicios de
manera más eficiente, con menores riesgos para la humanidad y el medio
ambiente.
Estudios recientes muestran que una mayor eficiencia
puede contribuir a reducir la demanda energética entre un 50 y 80 por
ciento en la mayoría de los sistemas de producción y en los servicios
públicos. En algunos sectores como la construcción, la agricultura, la
hotelería, la industria y el transporte, sería comercialmente viable
alcanzar entre un 60 y 80 por ciento de mejora en la eficiencia
energética y del agua.
Los medios para lograrlo se presentan por primera
vez en una guía del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) titulada “Producción y consumo sostenibles: Un manual para hacedores de políticas”, lanzada con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
El manual contiene datos muy convincentes tanto
relativos al impacto de unos patrones de consumo y de producción no
sostenibles, como a los beneficios en términos de eficiencia que
traería la incorporación de patrones sostenibles de producción y
consumo.
Los 1.200 millones de personas que se estima siguen
todavía viviendo en la pobreza extrema, dependen del capital natural, y
su riqueza se deriva de actividades relacionadas con la naturaleza en
mucha mayor medida que los ricos. La población de bajos ingresos extrae
casi un tercio de su riqueza del capital natural, mientras que la de
altos ingresos depende aproximadamente cuatro veces menos del capital
natural.
Los servicios ambientales, como la captación de agua
por los manglares y otros bienes no comerciables, pueden representar
hasta un 47 por ciento en la India o un 90 por ciento en Brasil del
llamado “PIB de los pobres”, destacando su vulnerabilidad a la
contaminación y al cambio climático. Es, por lo tanto, esencial adoptar
unos patrones de consumo y producción sostenibles para mejorar las
vidas de las personas que viven en la pobreza.
El subsecretario general de la ONU y director
ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner, declaró que “Los últimos 50 años
han sido testigo de una rápida transformación de nuestra relación con
el mundo natural el uso cada vez mayor de los recursos naturales está
llevando a la degradación ambiental. Estamos funcionando
aproximadamente con un 40 por ciento por encima del “presupuesto” de la
Tierra. De mantenerse las tendencias de población y consumo en el
modelo actual (business as usual), los niveles de extracción
anual de recursos del año 2000 podrían triplicarse hasta los 140.000
millones de toneladas para el año 2050.”
“Debemos preguntarnos cuáles serán las consecuencias
de este ritmo de consumo y de esta trayectoria de crecimiento de la
población, que se calcula podría llegar a los 9.000 millones de
personas en 2050.”
“El Día Mundial del Medio Ambiente supone una buena
oportunidad para que los Gobiernos, las instituciones y las personas se
conviertan en agentes de cambio. Sencillamente, no podemos darnos el
lujo de desperdiciar nada, ya que los recursos están disminuyendo y los
precios aumentando. Por suerte, todavía hay tiempo para transformar
los retos derivados de la disminución de los recursos finitos en
oportunidades que promuevan unas economías prósperas y un planeta
saludable para las generaciones venideras”, añadió.
Según el informe, la mayor parte del crecimiento
económico de las últimas dos décadas provino de la región de
Asia-Pacífico, impulsado por la acelerada transición de una serie de
economías en rápido desarrollo, sobre todo la china. Por otro lado, los
últimos diez años han visto cómo los precios de muchos recursos
naturales han aumentado sustancialmente y se han tornado cada vez más
volátiles.
“Desvincular el crecimiento económico del consumo de
recursos y de los impactos ambientales es una de las maneras de hacer
frente a este desafío y un concepto clave en el consumo y la producción
sostenibles”, señaló Steiner.
Para los países en desarrollo, esto significaría el
uso de estrategias innovadoras para dar el salto hacia una estructura
de economía verde, garantizando una mejor prestación de servicios y un
acceso a los recursos que garantice la conservación de su base de
recursos naturales. En los países desarrollados, las estrategias para
mejorar la eficiencia del uso de los recursos pueden ser muy eficaces,
pero debe tenerse en cuenta en qué medida estos países están
externalizando la extracción de recursos hacia países en desarrollo.
Ambos grupos requieren de políticas públicas bien diseñadas y ahí radica
la importancia de este manual.
Existen diferencias significativas entre las
distintas regiones del mundo: el consumo doméstico material de África es
muy bajo, tan sólo 3,7 toneladas de materiales, lo que refleja un
nivel de vida muy bajo en términos materiales. Por su parte, desde el
año 2000 Asia y el Pacífico han sido la región más dinámica tanto en lo
económico como en términos de uso de los recursos, sin embargo, ha
disminuido su eficiencia de recursos, por ende, el crecimiento de la
población es ahora un factor menos importante que el uso de los
recursos naturales en la región. El crecimiento de América Latina está
vinculado al auge de Asia a través de la exportación de metales y
combustibles fósiles para alimentar el desarrollo de infraestructura y
manufactura en Asia.
En los países de Asia Central y Oriental, las
economías se han recuperado, lo que resulta en un uso de recursos cada
vez mayor, mientras que los países de la Unión Europea han sido
pioneros en el desarrollo de políticas para el uso sostenible de los
recursos, lo cual se refleja en unos niveles comparativamente
inferiores de uso de recursos per cápita. Esto es posible, en parte,
por la externalización de muchos de los procesos con alto nivel de
emisiones y de consumo de recursos a otros países.
Las ciudades ya han demostrado que la protección del
medio ambiente puede ser rentable de muy diversas maneras. La Unión
Europea, por ejemplo, estima que la ciudad de Viena ahorró 44 millones
de euros —y 100.000 de CO2— entre 2004 y 2007 a través de su programa
‘Ecobuy’. La ciudad de Windhoek en Namibia adaptó un sistema de
tuberías dobles que permitió reducir entre un 5 y un 7 por ciento la
demanda de agua potable. Sus sistemas de recarga artificial de
acuíferos permiten a esta ciudad subsahariana sobrevivir durante dos
años sin depender de ríos efímeros.
En Buenos Aires, gracias a su “Plan de movilidad
sostenible”, ya se aprecia un retorno económico superior al ambiental
como resultado de la mejora de los sistemas de transporte y la
reducción del tiempo de los trayectos entre un 10 y un 25 por ciento (y
hasta un 65 por ciento en algunos casos). El Consejo multisectorial
para el desarrollo sostenible de las Islas de la Paragua (Filipinas) ha
facilitado la implantación de una iniciativa pionera para tratar de
promover el turismo con cero emisiones de carbono en las islas a través
de un sistema de compensación para los nuevos complejos hoteleros.
Las autoridades chinas e indias, entre otras, están
facilitando opciones a los que tratan de vivir de forma más sostenible
mediante la introducción de sistemas de ecoetiquetado, un sistema con
una trayectoria probada que se remonta a la década de 1970. En las
universidades de Egipto, Kenia Tanzania, Mozambique y Mauricio, los
estudiantes siguen un programa que combina formación en estilos de vida
sostenibles con habilidades de desarrollo empresarial.
En Asia, un estudio realizado en tres ciudades chinas
(Tianjin, Lanzhou y Qinhuangdo) reportado por el Centro de Producción y
Consumo Sostenibles, reveló que la reducción directa en emisiones y
consumo de recursos ha permitido ahorrar en tan sólo un año 20,36 MW de
la electricidad, 32.269 kl de agua y 14.008 kl de petróleo, al tiempo
que se reducían los residuos en 24,42 toneladas y las emisiones de CO2
en 105,75 toneladas.
La mayoría de los productos y servicios son
proporcionados por el sector privado, por lo que las empresas desempeñan
un papel fundamental para que la sociedad adopte patrones de consumo y
producción sostenibles. Las empresas, al contrario que los clientes,
conocen los ciclos de vida completos de sus productos desde la
extracción de recursos por parte de sus proveedores hasta el impacto
ambiental que se produce una vez que el producto se rompe o queda
obsoleto, y suelen tener habilidad para traducir sus esfuerzos de
sostenibilidad en ventajas competitivas. Los productores de detergentes
de ropa, por ejemplo, descubrieron que el desarrollo de nuevos
detergentes eficaces a temperaturas más bajas ahorraba dinero a los
clientes, reducían el impacto ambiental de sus productos y les daba una
ventaja comercial significativa.
También se observan ya ejemplos de colaboración,
tanto pública como privada, de más de 160 países, como la Organización
Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés), una red
de institutos de normas nacionales, y Diseño para la Sostenibilidad. El
Gobierno de las Islas Vírgenes de los EE.UU. ha promovido una
asociación público-privada entre el Ministerio de Energía y un
consorcio formado por una banca especializada de inversiones y
proveedores de servicios de tecnología, con el fin último de reducir la
dependencia de los combustibles fósiles en un 60 por ciento en 15 años.
Se espera que el programa se autofinancie, tras una inversión inicial,
a través del ahorro en los costos de servicios públicos.
La guía del PNUMA contiene una nutrida recopilación
de estudios de caso sobre iniciativas de consumo y producción
sostenibles de todo el mundo, que recorre instrumentos de política,
procesos de implementación, y metodologías e indicadores de seguimiento
y evaluación. También contiene datos muy convincentes tanto relativos
al impacto de unos patrones de consumo y de producción no sostenibles,
como a los beneficios en términos de eficiencia que traería la
incorporación de patrones sostenibles de producción y consumo.
La guía ayudará a los Gobiernos y otras
organizaciones a utilizar las políticas y herramientas de consumo y
producción sostenibles para alcanzar los objetivos nacionales de
desarrollo a través de un aumento de la eficiencia de los recursos, la
reducción de los costos de producción y la creación de empleo. Una
mejor gestión de los patrones de consumo a través de políticas y
estilos de vida inteligentes ayudará a crear un modelo alternativo de
crecimiento económico en el que las necesidades de la mayoría queden
satisfechas de una mejor manera gracias a la gestión inteligente de los
preciados recursos.
Notas a los redactores
- La guía es una contribución directa del PNUMA para la implementación del Marco Decenal de Programas sobre Consumo y Producción Sostenibles (10YFP por sus siglas en ingles), adoptado en la Cumbre de Río+20. Este Marco Decenal da mayor apoyo a los países –tanto desarrollados con en desarrollo- para que adoptar modelos de consumo y producción más sostenibles .
Para obtener más información, póngase en contacto con:
Shereen Zorba, jefa de noticias y medios de comunicación, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Tel. +254 788 526000, shereen.zorba@unep.org
Shereen Zorba, jefa de noticias y medios de comunicación, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Tel. +254 788 526000, shereen.zorba@unep.org
FUENTE: http://www.pnuma.org/informacion/comunicados/2015/20150605bis/index.php
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