Cuáles son los distintos fertilizantes orgánicos y cómo se pueden hacer en el hogar
Frente a las polémicas en torno al uso de agroquímicos y fertilizantes artificiales, surge el interés en la elaboración de fertilizantes orgánicos.
Estos son aquellos provenientes de animales, restos vegetales, restos
de cultivos de hongos e incluso los desechos producidos por los seres
humanos.
La utilización de cualquiera de estas variantes de abonos
significa el regreso a prácticas realizadas por los seres humanos desde
la antigüedad. En los comienzos de la agricultura el hombre, como gran
observador de la naturaleza, repetía su comportamiento reciclando
permanentemente la materia orgánica, para su posterior empleo en el
cultivo de distintos tipos de alimentos.
Estos abonos o fertilizantes son de liberación lenta, aportando a través de un largo período los nutrientes que necesitan las plantas. ¿Cuáles son estos nutrientes?
En su mayoría proveen vitaminas, hormonas o sustancias antibióticas.
Además mejoran la estructura de la tierra, aglutinan los suelos
arenosos, airean los suelos arcillosos y optimizan la retención de agua y
sustancias. Por otro lado, en suelos perjudicados por el uso de
agroquímicos, contribuyen a su mejora y reparación.
Hay distintos tipos de abonos, como señalábamos anteriormente. Entre los más conocidos que podemos mencionar se encuentran:
El compost: es producto de la descomposición de
restos orgánicos, especialmente los de origen vegetal. Es reconocido al
formar una capa oscura de tierra, similar a la que se encuentra en los
bosques. Y es de muy fácil preparación, ya que se puede hacer en la casa
con los restos de vegetales que consumimos. Además es un excelente
abono ya que restaura el ecosistema microbiano del suelo.
La turba: es también una materia orgánica, ya que
resulta de la descomposición de restos vegetales en un ambiente húmedo y
de bajo nivel de oxígeno. Existen dos tipos: la turba rubia
que tiene una gran capacidad absorbente. Posee un alto nivel de PH
ácido, por lo cual no resulta adecuada para los cultivos. La turba negra,
por su parte, tiene un nivel de PH casi neutro pero su capacidad de
absorción es menor. Es la que se utiliza en los cultivos como sustrato,
principalmente en la horticultura. Mejora la estructura del suelo,
aportándole esponjosidad; y absorción de agua y nutrientes.
El estiércol: es uno de los abonos más utilizados
en las zonas agrícolas, proviene del excremento de algunos animales.
Habitualmente se emplean los de oveja, ganado vacuno, equinos o
gallinas. Algunas veces se utiliza más de un componente, por ejemplo la
paja. En general posee altos niveles de nitrógeno dependiendo mucho el
tipo de animal y de su alimentación. El estiércol de caballo se
comercializa en forma de gránulos, siendo inodoro y conservando todo su
poder fertilizante.
El guano: se define así al excremento de las aves
marinas. Por su tipo de alimentación en base a pescado, este tipo de
abono tiene altos niveles de nitrógeno y fósforo. Se recolecta
principalmente en islas del océano pacífico, particularmente del Perú.
También se utiliza el guano de murciélago.
Abono verde: consiste en la plantación y
utilización de plantas que se incorporan al suelo en forma de abono.
Especialmente se emplean leguminosas como la alfalfa, el trébol o el
meliloto. Es indicado para proteger al suelo de la erosión y para la
recuperación de los mismos.
Humus de lombriz o lombricompuesto: se elabora a
partir del proceso digestivo de las lombrices, es limpio, inodoro y
suave al tacto. En jardinería es considerado incluso mejor que el
compost. Contiene una gran cantidad de carbono, lo que le da el color
negruzco. Se esparce por encima del sustrato removido de plantas de
jardín. Puede conseguirse ya elaborado, o bien prepararlo en forma
casera empleando algunas lombrices, un fermentador y un lombricero en el
cual elaborarlo.
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