
Fotografía de Rosa Virginia Urdaneta
Wynn Calder es un hombre guiado por una 
idea. A ella ha ofrendado los últimos 15 años de su vida y, con ella 
como lanza y escudo, apuesta a transformar el mundo.
Es una idea simple, pero desentrañar su 
significado y procurar su materialización ha requerido años de estudio y
 mucha discusión entre expertos. La idea que motoriza al académico 
estadounidense también es poderosa y ambiciosa. Si suficientes personas 
se apropian de ella, puede transformar el proceso mediante el cual 
aprendemos a vivir en sociedad. Wynn Calder cree que, interviniendo en 
la manera que hoy educamos, podemos procurar un mundo cuyo desarrollo 
sea sostenible.
Con ese objetivo en mente ha enfocado sus esfuerzos como director de Sustainable Schools, LLC,
 una organización dedicada a la asesoría a instituciones educativas para
 lograr alfabetización ambiental y la sostenibilidad. También es parte 
de la Asociación de Líderes Universitarios para un Futuro Sostenible,
 ente que aglomera el compromiso de centros universitarios con la 
sostenibilidad ambiental. Para compartir su experiencia, vino a hablar 
al Ccs Forum 2015, una serie de conferencias inauguradas por Calder en las que se debate cómo construir la ciudad deseada.
Cuando se le pregunta a este hombre alto
 y delgado acerca de qué es el desarrollo sostenible, él hace una pausa y
 recita con lenta exactitud el primer concepto surgido en 1987 de la 
Comisión de Brundtland, en Noruega: “es el desarrollo que satisface las 
necesidades del presente sin comprometer la habilidad de futuras 
generaciones de satisfacer sus necesidades”. Agrega, ya en sus palabras,
 que esa fue la primera vez que empezamos a pensar en desarrollo en 
términos de las futuras generaciones.
Advierte entonces que el concepto cambió
 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. Explica que allí 
se expandió y apareció el Diagrama de Venn. Para explicarlo dibuja con 
los dedos índices y pulgares de sus dos manos unos círculos que se 
cortan, al que le agrega un tercer círculo imaginario.
“Los tres círculos son economía, 
sociedad y ambiente. Y el lugar en el que se intersectan en es una 
sociedad sostenible. Desarrollo sostenible es mejorar, no símplemente 
mantener, las comunidades, la economía y el ambiente simultáneamente”, 
recita de memoria.
“Si dejamos fuera al ambiente, 
agotaremos los recursos disponibles en el planeta, que es justamente lo 
que estamos haciendo actualmente. Asumimos que la Tierra es, en cierto 
sentido, ilimitada, y que podemos utilizar el aire, el agua y los suelos
 infinitamente y que no ocurrirá nada. Por supuesto que esto no es 
verdad”.
De todos los conceptos que ofrece, uno 
es lo suficientemente sencillo y poderoso para englobarlos y lo rescata 
de una gran pancarta que vio en la Cumbre de la Tierra de Río de 
Janeiro:
“Suficiente para todos, para siempre”.
¿Cómo encaja la educación en ese concepto?
Una escuela sostenible es una idea, un concepto por el que trabajan las instituciones educativas, aunque todavía no lo han logrado. Todavía no hay escuelas sostenibles. Una escuela sostenible practica la responsabilidad ambiental y se enfoca en dos aspectos: primero, practica un comportamiento sostenible: ahorra energía, no genera desperdicios ni gastos energéticos y tiene una huella ecológica muy pequeña. Y segundo, modela en los alumnos comportamientos sostenibles.
Lo que ha funcionado en Estados Unidos, 
en mi experiencia, es invitar a los maestros, invitarlos a pensar una 
pregunta fundamental que cada educador tiene que hacerse repetidamente: 
¿qué necesita saber hacer el estudiante, y qué necesita valorar, cuando 
se gradúe? Entonces todo comienza con una pregunta. ¿para qué es la 
educación? es para mejorar el mundo, ¿o no?
Estamos en un momento de nuestra 
historia en el que, en mi opinión, los educadores tienen que ser más 
activistas, más progresistas, más en contacto con los problemas reales 
en tiempo real. No en dar pasos en una dirección educativa que tiene, 
literalmente 150 años. En Estados Unidos enseñamos en los mismos 
compartimentos estructurados y los profesores no se comunican entre 
ellos. Los de literatura no hablan con los de historia, los matemáticos 
no hablan con los de biología cuando tienen que hacer exactamente lo 
opuesto. Debe haber más educación cruzada.
Uno de los fundamentos de la educación 
sostenible es una educación experimental. Esto significa que sea más 
activa, que el estudiante haga cosas, que vaya a la ciudad a hablar con 
los funcionarios, con los políticos. La idea es que hagan programas 
basados en acciones, tratando de enfrentar problemas reales en su 
educación. La otra parte es aprendizaje mediante el servicio a la 
comunidad. Esto es sacar a la clase fuera del aula. Que los estudiantes 
tengan que ir afuera y hacer algo que los conecte a la comunidad y que 
traigan esa experiencia de vuelta al salón. Pensar soluciones que 
mejoren la vida de las personas, en una economía viable y ambiental. 
¿Qué significa hacer eso? Es exponerlos a todos los problemas que 
enfrentamos como especie
La educación tradicional no hace nada de
 esto. Entiende la educación como bloques de construcción: tienes que 
saber matemática, escritura, y luego olvidas lo que vas a hacer con eso.
 El conocimiento básico es importante, pero la educación sostenible 
también plantea que tenemos que proveer de significado y propósito a lo 
que aprendemos en las escuelas. Si las escuelas no están para mejorar el
 mundo, ¿para qué están?
Viene de realizar una charla sobre la “Caracas deseable”, ¿cómo hacer una ciudad sostenible?
He intentado comparar la sostenibilidad con la democracia, porque la democracia es un concepto que muchos de nosotros comprendemos, pero en el que podemos encontrar muchas definiciones y muchas versiones de ella alrededor del mundo. La democracia es, de alguna manera, un ideal. Es algo que, los que creemos en ella, intentamos alcanzar. Lo mismo ocurre con la sostenibilidad. Es un ideal holístico, comprensivo, que incluye todos los aspectos de la sociedad: políticos, sociales, económicos y ambientales. Tomemos a Caracas como ejemplo. ¿Cómo podría ser sostenible? Esa es la pregunta de este foro que, como dije el otro día, utiliza una gran palabra: deseable. ¿Cómo construir la ciudad deseada? Todos sabemos lo que significa deseable, pero no lo que significa sostenible. Los que participaron en este foro invirtieron algo de tiempo pensando ¿cómo puede ser Caracas la ciudad que queremos que sea?. Estoy seguro que lo que desearon es una ciudad próspera, sana, donde cada uno apoye al otro y donde haya suficiente para todos. ¿Cómo hacerlo? Tomemos por ejemplo a Chacao. Este municipio está modelando algunos comportamiento muy positivos y saludables. Esto se enfoca en la cultura, en realizar eventos públicos gratuitos, a los que las personas van a celebrar la vida. Eso es, definitivamente, parte de una ciudad sostenible. Parte de ser venezolano es ese fuerte amor al arte y la música. Entonces, apoyar eso es crítico.
Entonces Calder se refiere a dos 
sectores de Caracas que no interactúan, que no se hablan. Encoge los 
hombros, constriñe los labios y deja una pregunta al aire: “¿cómo hacer 
un puente entre las diferencias? Es muy difícil”, sentencia.
¿Cómo se puede sumar la voluntad de los que se oponen al desarrollo sostenible?
Si una ciudad, o un pueblo —y tenemos muchos de ellos en Estados Unidos—, se cierra completamente a aceptar el progreso, la apertura, el debate y todas las ideas que consideramos democráticas, entonces es muy, muy difícil. Hay un libro llamado The tipping point de Malcom Gladwell [traducido al castellano como El Punto Clave]. El concepto es muy simple: Tienes una idea que suficientes personas respaldan a lo largo del tiempo, entonces puedes alcanzar un punto clave y la idea, a partir de allí, se esparcirá más progresivamente.
Ha 
habido varios puntos claves en Estados Unidos en los últimos años. 
Alcanzamos ese punto en lo referente a aceptar el matrimonio homosexual.
 La opinión pública ha pasado ampliamente la línea del 50% y los 
republicanos no pueden oponerse al matrimonio homosexual porque las 
personas estarían en su contra y perderían elecciones. Cuando esto 
ocurre, aquellos conservadores van quedando aislados y empezarán a 
cambiar. En Caracas, si en suficientes sectores comienza a haber sanidad
 sostenible y otras características propias de una ciudad más 
sostenible, los sectores que se oponen al cambio comenzarán a cambiar, 
eventualmente. Simplemente toma más tiempo. Empezarán a quedar tan 
aislados, que las personas viviendo en esas zonas, pensarían ‘yo no 
quiero vivir aquí, yo quiero vivir allá donde hay cultura, música y todo
 lo demás’. Especialmente la gente jóven. Son las personas jóvenes 
quienes tienden a hacer este tipo de decisiones. Son los que le dicen a 
sus padres: ‘ya no quiero hacer más esto’.

Wynn Calder fotografiado por Rosa Virginia Urdaneta
En su experiencia, ¿qué programa probado en las escuelas que asesora puede ser aplicado a un contexto latinoamericano?
Lo más obvio es promover la conexión de los estudiantes a la Tierra, a la naturaleza. Muchas escuelas se han olvidado de propiciar esto. En la escuela primaria los mantienen afuera, los niños tienen recreos y pueden estar por allí al aire libre. En el momento en que entran en sexto grado, no salen más del aula. Se sientan en sus pupitres a escuchar al profesor. Es increíble que no sean empujados a estar afuera, ayudándolos a conectarse y entender la Tierra de una manera activa. Así aprenden a amarla y, cuando crezcan, querrán protegerla. Mientras más joven el niño, mejor. Una de las maneras en la que se hace es a través de la jardinería y el cultivo, que aprendan a cultivar comida, a hacer crecer vegetales que se comerán. Eso ha pasado en Estados Unidos en los últimos 6 o 7 años.
La otra cosa que está ocurriendo en 
Estados Unidos y en otros sitios es aprender, realmente aprender, acerca
 de energía y del comportamiento necesario para conservarla. La energía y
 el agua son los dos retos más grandes que enfrentaremos  como especie 
de ahora en adelante. Tendremos cortes de agua y tendremos el gran reto 
de eliminar los combustibles fósiles de nuestro consumo energético.
Todo el mundo necesita aprender de la realidad del agua y de la energía y su conservación.
En Venezuela el tema de la energía es 
probablemente más simple que el asunto del agua. 
Pero también es más 
simple que en Estados Unidos. Nosotros tenemos el hábito de consumir 
mucha energía, gastamos mucha agua y consumimos de más. En Venezuela 
viven en una zona con temperaturas constantes, por lo que pueden 
abastecer cada edificio mediante energía solar. Así, su energía puede 
ser 100% renovable. El gran problema es la relación con el petróleo. El 
gobierno lo necesita, pero nosotros, como especie, necesitamos dejar de 
usarlo, dejarlo en el subsuelo. Tenemos que descubrir la forma de 
lograrlo en los próximos treinta años.
¿Cómo la educación sostenible puede influenciar a los líderes que enfrentan los problemas ambientales?
La idea de trabajar en las escuela es esencialmente hacerlas más proactivas, para que cuando esos niños se muevan a posiciones de poder, se conviertan en políticos, ya tengan estas sensibilidades. Esto está ocurriendo ahora, y está ocurriendo rápido. Los jóvenes están incursionando en la política y en los negocios. Por ejemplo, muchas corporaciones ya tienen oficinas de sostenibilidad. Desde Wallmart hasta Apple tienen personas dedicadas enteramente a la sostenibilidad. Eso es un cambio gigantesco. Hace 10 años esto no ocurría. Todo el mundo está pensando cada vez más sobre lo que significa operar un negocio que sea económica, social y ambientalmente responsable.
A lo que quiero llegar es que lo que los
 educadores pueden hacer en este contexto es ayudar a los estudiantes a 
convertirse en ciudadanos activos en el mundo para conseguir una 
sociedad democrática ambientalmente responsable.
El mejor regalo que pueden dar a los estudiantes que envían al mundo es ayudarlos a ser ciudadanos conscientes y activos.
El reto es alfabetizar ambientalmente a toda la sociedad, ¿cómo alcanzar a esas personas fuera del sistema educativo?
Hace unos días visitamos tres escuelas en Miranda, fuera de Caracas. Una de las razones por la que ese sistema de escuelas es tan bueno es porque no sólo trabajan con los directores de las escuelas y los profesores, sino que hacen contacto con las comunidades. Hay escuelas, como las que vi, que también están enseñando a los padres. Eso ya es un paso en la dirección que comentas. Es importante porque los padres también necesitan saber cómo conservar el agua. No lo saben, no lo están haciendo.
Ahora, ¿cómo llegar a los niños fuera 
del sistema educativo? La educación sostenible es educación para toda la
 vida, no sólo en las escuelas y eso debe ser parte de los programas 
locales para todo el mundo. Debe haber un sistema de comunicaciones para
 llegar a esas personas, sino, es muy difícil. Necesitas una base de 
comunicaciones y tener la habilidad de congregar a las personas en una 
comunidad y tener el concepto de educación continua. Por ejemplo, si 
tienes una calle que está sucia, necesitan trabajar en equipo para 
limpiarla. Por eso debe haber alguna forma de estructura implantada. No 
hay realmente una respuesta a la pregunta, es una difícil.
¿Cómo se puede utilizar la educación sostenible para combatir una crisis económica como la que vive Venezuela?
Sostenibilidad en la educación es particularmente aplicable en Venezuela por el concepto de justicia social, ya que la justicia social y las prácticas ambientales están relacionadas. Las personas más pobres viven en los lugares ambientalmente más degradados. Los dos conceptos se integran. Por eso no puedes resolver un problema sin resolver el otro. No puedes resolver el problema económico en Venezuela sin también atender los problemas ambientales y sociales.
Por otro lado, considero que el 
ecoturismo es la respuesta para Venezuela. Dejar de lado el petróleo, lo
 que es difícil porque es como oro. Este país está en una posición de 
beneficiarse de esta increíble biodiversidad y crear una industria 
ecoturística gigantesca. Eso sería un trabajo fantástico, porque en el 
futuro el ecoturismo tenderá a crecer. Venezuela tiene estos increíbles 
recursos que están listos para ser utilizados. Costa Rica hace mucho 
dinero con el turismo y el ecoturismo. Realmente ha resultado para 
ellos. Ellos tampoco tienen un ejército, por lo que ahorran mucho dinero
 de esa manera. Es muy inteligente —ríe—.
Antes de levantarse, recuerda la simpleza de un principio que inicia con pequeños cambios personales de cada uno de nosotros: “De alguna manera, sostenibilidad es cuidar más a las personas y al planeta. Es muy simple”.
 
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