Las mariposas monarca son únicas entre
los
insectos: cada año hacen un periplo migratorio de 4.500
kilómetros
rumbo a los bosques de oyamel de México desde Canadá y
Estados Unidos. Buscan refugio para pasar el invierno con temperaturas
más
soportables que en su lugar de origen.
La majestuosa belleza de la monarca, agrupada en colonias, atrae cada temporada entre los meses de noviembre y marzo a miles de turistas al área protegida de gigantescos oyameles (variedad de abeto) donde se ubican: la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, entre los estados de Michoacán y México, en el centro-oeste del país. En el año 2000 esta zona se delimitó a 56,259 hectáreas y es Patrimonio de la Humanidad desde 2008.
Los dos santuarios más importantes por el número de mariposas y visitas turísticas que reciben son el de Sierra Chincua, en el pueblo mágico de Angangueo, y el del Rosario, en Ocampo, ambos en Michoacán. Abren sus puertas a partir de la segunda quincena de noviembre, cuando se estima que ha arribado la mayoría de insectos.
Los años recientes han sido testigos de la reducción de estas viajeras. El peor descenso registrado hasta ahora, que tuvo lugar en el invierno de 2013-2014, con 0.67 hectáreas ocupadas. En 2006 esta cifra ascendía a 18 hectáreas, según un estudio de WWF-México.
La drástica reducción se debe a la constante degradación del medioambiente que perjudica el hábitat y la ruta migratoria de la mariposa, con la devastación de los bosques y extremas condiciones climatológicas, entre otros factores. El uso indiscriminado de pesticidas en los campos de cultivo de soya y maíz del norte del continente ha provocado que la cantidad de mariposas que llegan cada año caiga drásticamente. Estas sustancias matan su alimento básico en la etapa de oruga: el llamado algodoncillo (Asclepias syriaca).
El algondoncillo es la única planta donde las monarcas depositan sus huevos. Cuando la larva nace, la oruga se alimenta de dicha planta. Sin algondoncillo, no hay mariposa monarca.
Son múltiples las voces que desde diversos ámbitos se han unido para reclamar a los distintos responsables gubernamentales estrategias viables y más medidas de protección para las mariposas monarca.
Entre ellas destaca un activo grupo de intelectuales en el que se incluye Tomas Tranströmer, poeta y premio Nobel de Literatura sueco. También figura el escritor mexicano Homero Aridjis, que pertenece al Grupo Mexicano de Alto Nivel para la Conservación del Fenómeno Migratorio de la Mariposa Monarca.
En opinión de Aridjis, “lo que está fallando es la falta de voluntad por parte de Estados Unidos y Canadá para proteger a la mariposa en su territorio y llevar a cabo las acciones necesarias”.
El escritor, nacido Contepec (Michoacán), una región próxima a la zona de hibernación de la monarca, relata que acaba de escribir un cuento sobre las mariposas, al que titula “María la Monarca”. “Forman parte de mi memoria de niño y siempre han tenido para mí un valor poético y musical”.
Los hermosos lepidópteros terminan su estancia en México cuando alcanzan la madurez sexual y se aparean. Entonces comienza su larga travesía de vuelta a casa. La quinta generación que se reproduce consigue alcanzar su destino, los bosques de Canadá y Estados Unidos.
De color naranja intenso con vetas y bordes negros, la monarca adulta, de aproximadamente 10 centímetros, se posa a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar en el área montañosa de oyameles y pinos de Michoacán y, en menor medida, del Estado de México.
La llegada de los primeros ejemplares coincide con la tradicional festividad de los difuntos los días 1 y 2 de noviembre en México, por lo que, según una antigua creencia de los pobladores, portan el alma de los seres fallecidos.
Fred Urquhart, un zoólogo canadiense, fue quien descubrió hace 40 años este singular acontecimiento de la naturaleza, desterrando la idea de que hibernaban en regiones tropicales.
De acuerdo con el Centro de Diversidad Biológica y la Agencia de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, actualmente quedan entre 30 y 35 millones de ejemplares.
Esta organización y otros grupos ecologistas como la Federación Nacional de la Vida Silvestre (NWF) y la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre (NFWF) promueven restablecer los lugares de descanso y alimentación de las mariposas en su migración.
Esta iniciativa ha dado frutos pues según algunos medios estadounidenses su gobierno planea invertir dos millones de dólares para plantar algodoncillo en unas dos mil hectáreas entre Texas y Minnesota, que es parte de la ruta migratoria de este bello insecto.
Más que por caza, el principal riesgo para la mariposa monarca es la falta de hábitats por el crecimiento de zonas urbanas y campos de cultivo.
FUENTE: http://www.ngenespanol.com/
La majestuosa belleza de la monarca, agrupada en colonias, atrae cada temporada entre los meses de noviembre y marzo a miles de turistas al área protegida de gigantescos oyameles (variedad de abeto) donde se ubican: la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, entre los estados de Michoacán y México, en el centro-oeste del país. En el año 2000 esta zona se delimitó a 56,259 hectáreas y es Patrimonio de la Humanidad desde 2008.
Los dos santuarios más importantes por el número de mariposas y visitas turísticas que reciben son el de Sierra Chincua, en el pueblo mágico de Angangueo, y el del Rosario, en Ocampo, ambos en Michoacán. Abren sus puertas a partir de la segunda quincena de noviembre, cuando se estima que ha arribado la mayoría de insectos.
Los años recientes han sido testigos de la reducción de estas viajeras. El peor descenso registrado hasta ahora, que tuvo lugar en el invierno de 2013-2014, con 0.67 hectáreas ocupadas. En 2006 esta cifra ascendía a 18 hectáreas, según un estudio de WWF-México.
La drástica reducción se debe a la constante degradación del medioambiente que perjudica el hábitat y la ruta migratoria de la mariposa, con la devastación de los bosques y extremas condiciones climatológicas, entre otros factores. El uso indiscriminado de pesticidas en los campos de cultivo de soya y maíz del norte del continente ha provocado que la cantidad de mariposas que llegan cada año caiga drásticamente. Estas sustancias matan su alimento básico en la etapa de oruga: el llamado algodoncillo (Asclepias syriaca).
El algondoncillo es la única planta donde las monarcas depositan sus huevos. Cuando la larva nace, la oruga se alimenta de dicha planta. Sin algondoncillo, no hay mariposa monarca.
Son múltiples las voces que desde diversos ámbitos se han unido para reclamar a los distintos responsables gubernamentales estrategias viables y más medidas de protección para las mariposas monarca.
Entre ellas destaca un activo grupo de intelectuales en el que se incluye Tomas Tranströmer, poeta y premio Nobel de Literatura sueco. También figura el escritor mexicano Homero Aridjis, que pertenece al Grupo Mexicano de Alto Nivel para la Conservación del Fenómeno Migratorio de la Mariposa Monarca.
En opinión de Aridjis, “lo que está fallando es la falta de voluntad por parte de Estados Unidos y Canadá para proteger a la mariposa en su territorio y llevar a cabo las acciones necesarias”.
El escritor, nacido Contepec (Michoacán), una región próxima a la zona de hibernación de la monarca, relata que acaba de escribir un cuento sobre las mariposas, al que titula “María la Monarca”. “Forman parte de mi memoria de niño y siempre han tenido para mí un valor poético y musical”.
Los hermosos lepidópteros terminan su estancia en México cuando alcanzan la madurez sexual y se aparean. Entonces comienza su larga travesía de vuelta a casa. La quinta generación que se reproduce consigue alcanzar su destino, los bosques de Canadá y Estados Unidos.
De color naranja intenso con vetas y bordes negros, la monarca adulta, de aproximadamente 10 centímetros, se posa a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar en el área montañosa de oyameles y pinos de Michoacán y, en menor medida, del Estado de México.
La llegada de los primeros ejemplares coincide con la tradicional festividad de los difuntos los días 1 y 2 de noviembre en México, por lo que, según una antigua creencia de los pobladores, portan el alma de los seres fallecidos.
Fred Urquhart, un zoólogo canadiense, fue quien descubrió hace 40 años este singular acontecimiento de la naturaleza, desterrando la idea de que hibernaban en regiones tropicales.
De acuerdo con el Centro de Diversidad Biológica y la Agencia de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, actualmente quedan entre 30 y 35 millones de ejemplares.
Esta organización y otros grupos ecologistas como la Federación Nacional de la Vida Silvestre (NWF) y la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre (NFWF) promueven restablecer los lugares de descanso y alimentación de las mariposas en su migración.
Esta iniciativa ha dado frutos pues según algunos medios estadounidenses su gobierno planea invertir dos millones de dólares para plantar algodoncillo en unas dos mil hectáreas entre Texas y Minnesota, que es parte de la ruta migratoria de este bello insecto.
Más que por caza, el principal riesgo para la mariposa monarca es la falta de hábitats por el crecimiento de zonas urbanas y campos de cultivo.
FUENTE: http://www.ngenespanol.com/
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