Constantemente estamos leyendo noticias
sobre reuniones, negociaciones y documentos que intentan dar solución al
flagelo ambiental, y constantemente nos frustramos sobre los resultados
esperados ya sea de inclusión de la problemática ambiental en la agenda
pública, o de planes, proyectos, políticas y programas ambientales
serios y a largo plazo que tengan la efectividad que realmente necesita
el planeta, y la salud y calidad de vida de los que estamos y los
vendrán.
Pero esta vez la expectativa la genera un documento que vendrá en cuestión de días del Vaticano. Estoy hablando de la “encíclica verde” que está elaborando el Papa Francisco y que el mundo entero espera.
No crean que exagero por ser argentina y
compartir nacionalidad con el flamante Papa que ha dado un lavado de
cara a la Iglesia como institución, y que sin exclusividad de religión o
credo ha despertado al menos la curiosidad de la humanidad casi toda,
ganándose el respeto del mundo, por su sencillez para decir las
verdades, la valentía para tomar decisiones y este radical cambio en
hablar de las cosas cotidianas, aunque sean “complicadas” para el común
de sus pares católicos e incomode a muchos.
¡No se asusten! No pretendo darle a esta
columna un tinte religioso, sólo quiero contarles que entre los
ambientalistas el Papa también se ha convertido un referente a través de
sucesivas afirmaciones que ha hecho sobre ecología y cuidado y respeto
por el planeta, pero especialmente, porque en este mes de junio se
estaría publicando su encíclica sobre ecología, lo cual nos mantiene
expectantes en todo el mundo.
Al parecer, tanto para la ONU cuanto
para los principales grupos ambientalistas del mundo esta esperada
encíclica representa un documento más que trascendental. Ello en virtud
de que del mismo modo que la línea mayoritaria en el campo de las
ciencias para el Papa Francisco el cambio climático del que tanto hemos
hablado, es una causa grave que afecta al planeta todo – especialmente a
los más pobres- y no duda que ha sido causado principalmente por el
hombre.
Casi inocentemente según la mirada
economicista del mundo, muchos pensamos que existe un deber moral de
contrarrestarlo a través de una acción global conjunta –como si ello
fuera fácil-, y como imaginarán, el Papa así lo propone.
El tema es que en Estados Unidos –país
que no resulta ajeno a esta expectativa hay un pequeño grupo muy
poderosos y de derecha vinculado a la industria del petróleo y del
carbón –nada más ni nada menos- que se opone abiertamente a este
postulado que propone el Papa y que tanto idealizamos los amantes del
medioambiente.
“Dios siempre perdona, nosotros a veces perdonamos, pero cuando la naturaleza -la creación- es maltratada, no perdona” Papa Francisco.
Por mi parte, no me canso de decir –y
espero no se aburran de leerlo- que realmente debemos concientizarnos
que urge hacer algo efectivo y rápido para empezar a contrarrestar el
cambio climático. Cada año se celebra la cumbre del cambio climático en
una ciudad diferente. En diciembre de 2014 se celebró la COP20 en Lima,
Perú, que aunque duela reconocer ha resultado frustrante en relación a
sus expectativas, y este diciembre próximo, será la COP21 en París,
Francia, donde se espera tenga lugar el giro crucial que el mundo
necesita para su control.
En esta senda, la “encíclica verde”
del Papa va a representar un claro llamado a la reflexión con la una
obvia intención de fijar y definir un propósito moral que se traduzca
además en una herramienta de acción para que la economía mundial sea más
segura. Esta seguridad que tenga en la mira a los marginados, a los
sectores más vulnerables, que sea más segura para la Tierra, y también
para las generaciones futuras.
«Si bien ‘la naturaleza está a nuestra disposición’, con frecuencia no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las generaciones futuras» Papa Francisco.
La influencia que el discurso del Papa
Francisco viene teniendo en todos los sectores del mundo entero y por
encima del catolicismo, justifica la expectativa sobre esta encíclica,
que sin lugar a dudas tendrá un rol importante en materia de
concientización. Ayudará a que la humanidad toda entienda de qué se
trata la crisis ambiental y todo lo que está en juego frente a este
flagelo, todo lo cual deberá empujarnos a enfrentar el cambio climático
de modo imperativo y con urgencia, asumiendo las consecuencias de no
haberlo hecho antes.
La encíclica llegará muy pronto y a poco
de su llegada vendrán una serie de negociaciones mundiales de
importancia en la materia. En julio se tratará el financiamiento para el
desarrollo; en septiembre, las metas a adoptar con sustento en el
desarrollo sostenible, y en diciembre, la antes mencionada COP21 para
mitigar el cambio climático inducido por el hombre.
La encíclica se estaría publicando el 16
de junio venidero y se sabe Francisco pedirá –en la línea de su
predecesor Benedicto XVI llamado el “Papa verde” un freno a los
«numerosos destrozos medioambientales y a los estilos de vida que son la
causa, con frecuencia en países ricos, a miles de kilómetros de
distancia» y no dejaría de mencionar que el equilibrio ambiental es
también responsabilidad de los gobernantes, a quienes el Papa ha
invitado con toda claridad a «ser custodios de la naturaleza creada, del
proyecto de Dios inscrito en la naturaleza; custodios de los demás y
custodios del medio ambiente…”.
A la luz de los acontecimientos, y no
sólo por mi característico optimismo personal, ni mucho menos por mi
condición de argentina orgulloso del Papa, confío en que esta encíclica
de Francisco puede jugar un rol preponderante que ayude al mundo a
encontrar un acuerdo justo en tamañas negociaciones mundiales venideras,
sin desconocer el rol y las presiones que el poder y el dinero imponen
cuando se negocia, que se suma un poco a lo que el Papa llama la
“globalización de la indiferencia” y los lobbies de las industrias que
mueven el mundo, como la del petróleo. Pronto les estaré contando los
pormenores de la encíclica verde, que tanta expectativa general. Máxime
si asumimos ese postulado que el Papa mismo menciona acerca de que
«nosotros no estamos llamados a vivir los unos sin los otros, sobre los
otros o contra los otros, sino con los demás, para los demás y en los
demás».
Fuente: M.V. Marchisio, Diario La Nación y ABC.-
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